martes, 4 de enero de 2011

Abelismo y abelistas

Ni siquiera aspiran a una victoria electoral, a un refrendo mayoritario de los vigueses, sino a una suma aritmética con los nacionalistas que les proporcione la mitad más uno de concejales en Vigo. Probablemente son de izquierdas, pero han convertido en icono electoral a Julio Fernández Gayoso, que representa el rancio capitalismo financiero que ha metido a occidente en esta ratonera económica y social de la crisis. Seguramente, en su fuero interno, rechazan los privilegios de los más fuertes y suspiran por la defensa de los más débiles, pero ninguno ha visto a su candidato rasgándose públicamente las vestiduras ante los atropellos del gobierno socialista del Estado hacia los más desfavorecidos: sube la luz, el butano, el transporte público, el IVA que paga todo hijo de vecino, el tabaco que alivia las penas de tantos sin techo, las dificultades para las víctimas del maldito paro.
Da igual. Los “abelistas”, prietas las filas, concentran su ideología en los vuelos desde Vigo para los pocos que pueden permitirse el lujo de volar, entre los muchos que se conformarían con el lujo de poder llegar a fin de mes. Esperan con ansiedad la gloriosa inauguración del Auditorio, pero no se preguntan a qué vigueses va a beneficiar su apertura, a cuántos, cuánto retorno económico va a producir y entre cuántos vigueses se va a repartir esa hipotética repercusión económica. Presumen de las calles humanizadas, pero ni una sola palabra de la existencia inhumana de tantos parados y tantos sin abrigo que deambulan por ellas. De qué izquierda sociológica estamos hablando en Vigo, ¿eh? ¿De qué va esta gente que ha hecho bandera de instituciones financieras, conquistas sociales de desproporcionados aeropuertos faraónicos, una vara comprensiva para medir los desaires presupuestarios de Zapatero y otra intransigente y victimista para medir las acciones u omisiones presupuestarias de Feijóo?
Del vudú al Puerto de Vigo, que sólo es obsesivo vudú a Corina Porro, han hecho prácticamente un programa de gobierno. Y, con toda sinceridad, creo que lo que es bueno para el Puerto es bueno para esta ciudad, al margen del nombre, los apellidos y el carné de la persona que esté al frente. Si pensasen en la ciudad a largo plazo y no estuviesen hipnotizados con la zanahoria electoral de mayo, se darían cuenta de que retrasar las manecillas del reloj del Puerto es retrasar las manecillas del reloj de la esperanza de Vigo.
Pero, ¿qué más da? No son vigueses, no son socialistas, se han convertido en “abelistas” por razones que todos ustedes pueden suponer y no voy a detallar en estas líneas. Abel Caballero ha inventado un patriotismo chico artificial, friki, de estéril recorrido histórico y ninguna proyección de futuro para Vigo, y algunos ciudadanos, unos por intereses creados, otros con los estómagos agradecidos, algunos ilusos de absoluta buena fe y varios y dignos socialistas por resignación, le siguen como aquellos incautos chiquillos del cuento al flautista de Hamelín. A falta de gestión y de eficacia, el “abelismo” a izado el estandarte del nacionalviguismo y la táctica propagandística goebeliana: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”
Cuánto más conozco a Abel Caballero, más fe tengo en la democracia como elemento corrector de las equivocaciones de los ciudadanos libres. Equivocarse es de humanos; rectificar es de sabios.

2 comentarios:

  1. Con todo el respeto del mundo, pero ¿por qué todos los mensajes del blog van en el camino de hundir a Caballero y ensalzar a Corina? ¿Por qué no hablas de otras cosas?

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  2. Con todos los respetos que se merece tu respetuosa pregunta, te respondo:

    Si uno, como vigués, llega a la conclusión de que Abel Caballero y el “abelismo” que se ha creado suponen un tumor maligno para la ciudad, comprenderás que centre todos mis esfuerzos en intentar inducir a su extirpación democrática.
    Eres muy libre de pensar que se trata de un blog ideologizado, pero te aseguro que en este momento considero al alcalde y su cuadrilla el gran problema entre los muchos problemas de esta ciudad, y me aferro a cualquier alternativa como una buena solución o por lo menos una solución que siempre será menos mala.
    ¿Por qué?, te preguntarás.

    1.- Porque Abel Caballero es un mentiroso compulsivo convencido de que los vigueses no tenemos memoria. Incluso paga con dinero municipal páginas del Faro de Vigo, programas bananeros de televisión, para practicar aquel juego infantil de “vamos a contar mentiras”. Eso, Vermú, es la mayor falta de respeto que un cargo electo puede tener con sus electores y sus gobernados.
    2.- Porque Abel Caballero se ha pasado la legislatura dividiendo a los vigueses, en vez de unirlos, crispando a los ciudadanos, en vez de intentar serenarlos para afrontar estos tiempos de crisis de por si convulsos.
    3.- Porque lleva todo su mandato despreciando la gestión municipal, el trabajo como alcalde, y se ha dedicado en cuerpo y alma a una campaña electoral egocéntrica, manipuladora y sin el mínimo escrúpulo.
    4.- Porque se ha rodeado de más sicarios que de concejales dispuestos a servir a Vigo. Porque se declara socialista y siempre aparece en las fotos al lado de los fuertes y pasa olímpicamente de los más débiles. Porque no tiene el valor de afrontar el desempleo y la descomposición del pequeño comercio en la ciudad, y concentra todos sus esfuerzos en las inauguraciones, las fotos, las promesas que siempre se lleva el aire y el bombo y el platillo.
    Lo siento, vermú, si a ti te parece que es el alcalde que se merece esta ciudad. A mí, personalmente, me parece el peor de los alcaldes que hemos tenido. Los demás, de todas las ideologías, con sus luces y sus sombras, han puesto alguna vez la ciudad por encima de sus intereses personales. Este señor, en cambio, siempre ha puesto sus intereses personales por encima de la ciudad.
    Hasta mayo, por lo menos, este blog no puede reflejar la hipocresía que me pides de hablar de otras cosas. Claro que hay muchas de las que hablar. Pero mientras el principal problema de esta ciudad, el gran problema de problemas, sea Abel Caballero y los “abelistas”, no me pidas que mire para otro lado. Que sea un mal vigués, eso sí, “políticamente correcto”, y me lave las manos.

    Con todos mis respetos, vermú, creo que este pésimo alcalde tiene suficientes cómplices en el Faro de Vigo y algún otro medio de comunicación como para que este humilde blog se someta a esa nefasta conjura de los necios.

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