jueves, 12 de mayo de 2011

El enigma de Abel Zapatero


Sostengo desde hace tiempo una teoría sobre Abel Caballero. Que tiene un doble. Que han hecho un clon que para su desgracia se parece mucho al original por fuera, pero que, para desgracia de los vigueses, no se parece nada por dentro. Es como una oveja Dolly que camina a dos patas. No sé si la oveja Dolly ejerció de alcaldesa de algún municipio escocés durante su corto periodo de vida, pero en el hipotético caso de que lo haya hecho, tras unas elecciones de esas en las que a los escoceses debía salirle el guisqui por las orejas, no creo yo que hubiera hecho peor papel que éste clon del genuino Caballero, que recuerdo yo que era un señor que se había doctorado en Cambridge y postgraduado en Essex. ¿Alguien sabe dónde está el genuino Abel Caballero? A lo mejor lo mantienen secuestrado los Carlos Font, los Héctores, las Abelairas, las Silvas, ¡corre Carmela que chove!, no vaya a ser o demo que aparezca de repente y se ponga a expulsar a todos esos mercaderes del templo municipal de la Plaza do Rei.

Aquel Caballero, al que yo tuve el gusto de conocer, tampoco es que fuese un claro aspirante a premio Nobel de economía, pero se manejaba con el Debe y el Haber, e incluso hubo ocasiones en que le cuadraban las cuentas. Al clon que han puesto al frente del gobierno bipartito de Vigo no le cuadran ni los cuentos. Ni el AVE, ni el albergue, ni el desdoblamiento del puente de Rande, ni la superficie de un aeropuerto para cuatro millones de personas que, con mucha suerte, aspira a una cuarta parte de usuarios, ni la autovía alternativa Vigo-Pontevedra, ni el hospital público que ni siquiera llegó a tener forma de maqueta, que es la única especialidad que hay que reconocerle al clon de aquel señor que una vez, antes de pasar por el diván del psiquiatra, fue ministro de transportes con Felipe González.

Se ha sabido de casos de tipos no muy tontos que han acabado perdiendo la cabeza. Pero no hay demasiados precedentes de individuos que hayan perdido su identidad. En ése sentido, el genuino Abel Caballero, en paradero desconocido, es un digno caso de estudio antropológico.

Dice un amigo mío que me deje de teorías sobre conspiraciones de ingeniería genética. Que éste señor que acaba de anunciar un Vigo en femenino, que debe significar que su última ocurrencia va a ser llamarle a la ciudad Viga, es el mismo que daba clases de economía en la Universidad de Vigo hace unos años. Lo único que ocurre es que ha montado un chiringuito, una franquicia del ruinoso negocio de Zapatero, y se ha “enganchado” al vicio de darle al déficit, endeudarse hasta las cejas, dejar el territorio poblado de parados, aumentar la población de personas sin techo y jugar todo el día a contar mentiras, vamos a contar mentiras tralara, vamos a contar mentiras tralara, vamos a contar mentiras…Les dejo resolviendo el enigma de Abel Zapatero.

Les dejo pues que mediten sobre estas dos teorías: la de la clonación o la de la franquicia. Cualquiera de ellas puede helar el corazón de los vigueses.

viernes, 29 de abril de 2011

Los experimentos, con gaseosa

Mientras Abel Caballero prepara sus últimas marrullerías electorales, la ciudad de Vigo se despierta cada mañana oteando el horizonte del día después del 22 de mayo ¿Podemos seguir así, con un gobierno de dos cabezas, de dos presupuestos, con dos ideas tan distintas sobre aspectos fundamentales para la ciudad? ¿Podemos intentar ver la luz al final del túnel, con dos enemigos íntimos que nunca se ponen de acuerdo para mantener un rumbo fijo para Vigo?

Porque esta es una ciudad con mucha fortaleza civil, ha podido soportar durante años experimentos bipartitos con muchas más sombras que luces. Porque hemos atravesado años de abundancia, hemos superado las escenas de matrimonio mal avenido entre los sucesivos socios de gobiernos municipales de coalición. Pero las cosas ya no están para bromas, las cifras de parados hielan los corazones de los vigueses y. la parálisis económica, los ERES en el aire, las PYMES en la UCI, los autónomos en estado de shock y los jóvenes haciendo sus maletas para irse con la esperanza a otra parte, a otro país, aconsejan que nos dejemos de veleidades ideológico-sentimentales y afrontemos con responsabilidad colectiva la cruda realidad. Es la hora de jugar en equipo, con gobiernos que vistan la misma camiseta y proyectos que permitan mantener un rumbo fijo que nos permita salir de la crisis que no cesa.

Nunca como en esta etapa que estamos viviendo, cobra tanto sentido para los jóvenes, los adultos, los mayores, las viguesas y los vigueses la sentencia que le espetó Eugenio D´Ors a un camarero que, en una torpe maniobra, desparramó el preciado líquido de una botella de champán sobre la chaqueta del escritor: “los experimentos, con gaseosa, joven”

domingo, 24 de abril de 2011

Nerón y sus garrapatas


Reconozco que tenía serias dudas sobre las facultades mentales de Abel Caballero. Eran tantos los síntomas, tan evidentes, que decidí indagar en su historial clínico. Hasta que hace unos días tuve el disgusto de conocer a otro vigués como yo empeñado en revelarme el nombre y los apellidos del discípulo de Freud que intentó arreglar las “averías” del alcalde. La verdad es que le dije que no quería saberlo, pero que le agradecería que le dijese a ése galeno del coco, de mi parte, que tuviese la dignidad profesional de solicitar la jubilación anticipada. ¿Cómo se puede dejar suelto a un paciente en ése estado?

Desde ése día han cambiado muchas cosas. La foto de Abel Caballero ya no me revuelve el estómago, simplemente me despierta un sentimiento de inmensa compasión por él, por la familia que lo padece y por los vigueses de buena voluntad que viven convencidos de que su ciudad está en buenas manos. Inmediatamente después me invade la náusea pensando en los cómplices de ése drama humano. Las garrapatas que se le han pegado a éste pequeño Nerón que ya no sabe lo que hace. Su Carmela Silva, que va colocando familiares y amigos con cargo a las arcas municipales; su Font, que le ha cogido gusto a ser marioneta municipal y voz de su amo y, por su sumiso estatus actual, miente, calumnia, mata, si hace falta, como Belén Esteban por su hija; su Isaura Abelairas, maestra de profesión especializada en sostenibilidad personal, incapaz de resistir el síndrome de abstinencia si deja de salir en la foto; su pobre Cayetano Rodríguez, ¿cómo has podido caer tan bajo, Cayetano?, que ha preferido barco sin honra que honra sin barco.

Y luego están Pepe Blanco, Pachi Vázquez, socialistas de esos que saben perfectamente con quién se están jugando los cuartos y el futuro los vigueses, capaces de mirar descaradamente para otro lado. De Santi Domínguez, ya ni os hablo. Sabe que está en el lugar equivocado en el momento inoportuno, pero le deslumbra el coche oficial y la parafernalia del poder, ¿el poder, Santi?, y está decidido a darle a los vigueses gato por liebre, loco por cuerdo, cártel municipal envuelto en un simulacro de pacto de gobierno. Santi, Santi, ¿por qué has abandonado a los vigueses?

Sólo el sector crítico del socialismo vigués me permite de vez en cuando hacer una buena digestión. Habrá entre ellos motivos distintos y distantes, no lo dudo, pero nunca un fin tan beneficioso para el socialismo vigués y para los vigueses ha justificado los medios, por cierto democráticos, que han intentado utilizar para extirpar un tumor maligno municipal que puede traer consecuencias irreparables.

Confieso que contemplo el paisaje de Vigo de otra manera desde hace unos días, cuando me confirmaron que el coco del alcalde estaba gripado. Me viene constantemente a la cabeza el legendario Nerón pirómano, al que hemos convertido en el malo de la historia, y comprendo que los cómplices responsables de que Roma ardiera por los cuatro costados fueron en realidad sus manipuladores cortesanos, sus interesados colaboradores y un ejército de garrapatas humanas. Ahora sólo quedamos los vigueses para impedir que Vigo no acabe ardiendo mientras Abel entona una oda a sí mismo acompañándose de su lira mediática.

miércoles, 20 de abril de 2011

Sin AVE no hay paraíso


Esto del AVE que no llega lo vamos a pagar muy caro los vigueses. No hoy, no mañana, sino ése día fatídico, no sé en qué década, quizá de éste siglo, en el que aparezca al fin su morro por el horizonte y exclamen todos a una nuestros hijos, tal vez nuestros nietos: ¡demasiado tarde para llegar a tiempo a nuestra cita con la historia!

Esto del AVE de Pepe Blanco se nos ha puesto muy negro a los vigueses. No porque nos haga falta ahora mismo, en un momento en el que lo que nos corre más prisa es sacar a más de 31 mil personas de las listas de paro, a 2 mil comercios de la catalepsia, a centenares de PYMES de su estado de coma, a miles de familias del umbral de la pobreza, a centenares de sin techo de las garras de la intemperie, a miles de jóvenes de las cunetas de tantas carreteras que no conducen al futuro. Esto del AVE a Vigo que ha perdido sus alas en el Ministerio de Fomento, con el silencio cómplice del PSOE gallego y un Abel Caballero que prepara cada día una hilarante bienvenida, como aquella que preparaba Pepe Isbert en “Bienvenido mister Masrshall”, puede ser la puntilla cuando España recobre el aliento económico y Vigo permanezca en el andén esperando un “tren de alta velocidad” que avanza hacia nosotros a paso de tortuga burocrática, entre mentiras de papel periódico y “pactos del Obradoiro” firmados sobre papel mojado.

Entonces, cuando las cenizas políticas de Abel Caballero reposen bajo un cartel que rece: ALCALDÍA, serán muchos los vigueses que se acuerden del nombre de su señora madre que, probablemente, sería una santa, pero que jamás se hizo una idea del fruto de su vientre que había traído a éste mundo.

No importa, mientras esperamos el AVE que no llega podemos acudir al Auditorio, ésa copia cutre de pirámide de Egipto que se ha empeñado en okupar un faraón de pacotilla. Lo más entretenido no va a ser lo que podamos ver dentro, sino lo que podemos contemplar fuera: una placa conmemorativa que se va a convertir en el paradigma de la necia y esperpéntica egolatría humana.

Las augurios de los sacerdotes sobre el vuelo del AVE a Vigo, indican que los vigueses estamos bien jodidos. Sin AVE no habrá paraíso.

viernes, 15 de abril de 2011

Feitos afónicos


Por más que intento agudizar el oído, no soy capaz de escuchar los dichoso “feitos” que según Abel “falan”. Para mí que sólo los oye el señor candidato a alcalde, que tiene un don sobrenatural para escucharse a sí mismo y no escuchar a los demás, y acaba siempre convenciéndose de que hace lo que dice, cuando todos sabemos que es un especialista en anunciar lo que no hace. Anunció el AVE a Vigo, la nueva depuradora, decenas de veces su dichoso “hospital público”, su retirada si Caixanova no permanecía en solitario, la ciudad de la justicia, el pleno empleo, seis mil viviendas de protección oficial, el desembarco de IKEA, un plan Nouvel, una remodelación del Ayuntamiento bajo la “austera” dirección de Moneo, no sé si ha puesto la primera piedra de la Estación de un AVE que quizá llegue durante éste siglo y es posible que todavía anuncie la llegada de un vigués a Marte (por cierto, si se anima a esto último, propongo como astronauta a Carmela Silva, que lleva varios meses en la luna, aunque ella asegura que está en El Senado)

Lo de Vigo es que es mala suerte. Teníamos dos modelos de socialistas en la sección de Caballeros, y en vez de sacarnos el bueno, el que debería llamarse Abel en vez de Gonzalo, va y nos sacan al malo, el que debería llamarse Caín y resulta que a su madre se le ocurrió ponerle ése nombre que no le pega ni con cola. Como persona, ha intentado matar políticamente a su propio sobrino con argucias antidemocráticas, como el genuino Caín se cargó a su propio hermano. Pero es que, como gestor, fíjate el nivel que ha alcanzado que ocupa uno de los diez últimos lugares entre los alcaldes peor valorados de España.

El sigue insistiendo en que “falan os feitos”. Debe estar convencido de que los vigueses, además de parvos, somos sordos. Aquí sólo falan el tal Font, la tal Carmela Silva, Isaura Abelairas y todas esas “voces de su amo”. Pero, para lo que dicen, podían estar perfectamente calladitos.

domingo, 10 de abril de 2011

El “gafe” del Celta


Los jugadores del Celta son los mismos. Y, que yo sepa, no han cambiado de entrenador ni de presidente. Los balones siguen siendo exactamente iguales que los que a penas hace un par de meses permitían a la afición celeste rozar el cielo de Primera.

¿Qué coño está pasando aquí?, me preguntaba el sábado por la noche un colega “celtarra” que ahogaba sus penas en un cubata…

Como yo no suelo acudir al campo, no me atreví a hacer consideraciones sobre Herrera, ni especular con el estado de forma de los chicos, ni hacer conjeturas con las últimas alineaciones. Sencillamente, me limité a señalarle si había notado últimamente algo extraño que nos permitiese resolver el enigma celeste. Estábamos ya en el segundo cubata y no acababa de hacérsele la luz a mi buen amigo que me transmitía más compasión cada minuto que pasaba. Había pasado de la indignación al desconsuelo, de la ira a la resignación, de los juramentos en arameo al silencio de los corderos.

Entonces pedimos el tercero. Dimos un par de tragos con los ojos clavados en la nada y al fin sentí un codazo de esos que nos damos cuando se nos ha encendido la bombilla:

-Hombre, no sé si tendrá importancia (dijo), pero cuando miré hacia el palco para acordarme de la madre del presidente, ¿a que no sabes a quién descubrí en el lugar de los hechos…?

-A quién, pregunté francamente interesado

-A Abel Caballero y muchos componentes de su lista a las municipales.

- ¡Haber empezado por ahí, tío!, le atajé.

Me miró como quien mira a un marciano:

- Ya me dirás tú en que puede influir eso…

-¿Crees en los gafes?, añadí.

- Debe ser como lo de las meigas, ¿no?, ¡haber hainos!

Acabamos la copa y nos despedimos en silencio, como si ambos estuviésemos deshojando la misma margarita. Camino a casa me vinieron todas estas cosas a la cabeza. Todo lo que toca Abel con torticeros fines electorales acaba metido en líos. El asunto de las Cajas, por ejemplo, ha condenado a Novacaixagalicia a jugar en segunda y, desde que decidió que el palco de Balaídos le podía dar votos, nuestro celtiña ha empezado a suspender las oposiciones para subir a Primera. Yo creo que los dos acabamos exclamando antes de meterse cada uno en su cama, cada uno en su casa (que todo hay que aclararlo en este país de malpensados): ¡los días de partido ¡quédate en casa, Abel!

martes, 5 de abril de 2011

650 parados más en Vigo


El ambiente de crispación, el enfrentamiento permanente que plantea Abel Caballero con otras instituciones y el divorcio que se vive en el interior del gobierno bipartito de Vigo, son caldo de cultivo para el paro galopante. De los 967 gallegos que han incrementado las listas de desempleo este nefasto mes de marzo, 650 son viguesas y vigueses que han iniciado ése calvario.

El que quiera que lo llame casualidad, pero los concellos del resto de grandes ciudades de Galicia se enfrentan a las mismas limitaciones de competencias que el de Vigo, pero arrojan cifras de paro muy inferiores al simulacro de “ciudad estado” que ha intentado inventarse el “Abelismo”. ¿Tienen más imaginación en A Coruña, en Ferrol, en Santiago, en Ourense, en Lugo, en Pontevedra? Puede que sí. A lo mejor, simplemente, han hecho mejor gestión, han practicado el diálogo con otras administraciones y han creado ambientes de consenso y colaboración en sus respectivas ciudades.

Las cifras de paro en Vigo le ponen a uno los pelos de punta y nos obligan a pensar que tenemos un alcalde absolutista incapaz de hacer sus deberes, la parte alícuota de gestión necesaria para paliar los defectos destructivos del desempleo. Una cosa es que la inercia económica general no ofrezca grandes expectativas para la esperanza y, otra, bien distinta, que nuestra ciudad se haya puesto a la cabeza de destrucción de empleo en Galicia con tanta diferencia sobre la segunda.

A mi lo que me extraña es que a Abel Caballero no le haya traicionado el subconsciente, todavía, y no haya ordenado que pongan un cartelito de “ALCALDÍA” en todas las oficinas de desempleo de la ciudad.

jueves, 31 de marzo de 2011

Que se lo haga mirar


Con nocturnidad y alevosía, Abel Caballero ha vuelto a hacer una demostración de fotocopia barata de “reyezuelo sol” versión siglo XXI. Es verdad que todavía no se ha atrevido a decir “Vigo soy yo”, como el genuino Luís XIV se atrevió a decir “el Estado soy yo”, hasta que la burguesía francesa decidió arrebatárselo a sus descendientes, pero cada vez estoy más convencido de que en el fondo lo piensa.



La patética placa que colocó a escondidas en el nuevo Auditorio de todos los vigueses, ha sonrojado al mismísimo mar de Vigo que la contempla todos los días, al pobre Martín Codax, que se revuelve en sus cenizas y a cualquier demócrata que en estos últimos tiempos ha ido perdiendo la fe en los políticos. A mí, personalmente, me parece la lápida definitiva que puede cubrir los restos mortales políticos de un personaje cuya enfermedad terminal es él mismo.


En todo caso, es un síntoma inequívoco de que este señor no está en condiciones de sentarse frente a la mesa de trabajo de un alcalde, en una ciudad de 300 mil habitantes, sino más bien para tumbarse en el diván de uno de esos profesionales que tanto salen en las películas de Woody Allen, y, como se dice ahora, hacérselo mirar. Los centros psiquiátricos están llenos de señores que se creen Napoleón o una reencarnación del Rey Sol.

viernes, 25 de marzo de 2011

Un friki en la alcaldía


Si, es verdad. Me preocupa desde hace meses la posibilidad de que Abel Caballero vuelva a ser alcalde de Vigo. Es egocéntrico, mentiroso, prepotente, vanidoso, cínico, traidor, chantajista, desleal, hipócrita, practica el nepotismo, compra conciencias con el dinero de todos y va por la ciudad acojonando al personal, empresarios, sindicalistas, instituciones viguesas, asociaciones de vecinos, periodistas, parroquias como un matón convencido de que el poder de la alcaldía (que le han prestado los vigueses durante cuatro años), puede transformarse en un arma de destrucción masiva sociológica.

Me preocupa este individuo, porque le está sacando partido a la hermosa palabra democracia, pero la ignora y la desprecia en el seno interior de la asamblea local de su partido. Me repugna, porque ha instalado la mezquindad humana en el Concello, ha expandido el cainismo entre los vigueses, ha convertido en siervos sumisos a sus colaboradores, se ha transformado en un tirano friki de comic barato y, como economista, como gestor, ha dejado en evidencia a instituciones universitarias como Cambridge, que debe estar muy arrepentida de haberle otorgado el dichoso doctorado tan cacareado en su biografía.

¿Quién es, de verdad, Abel Caballero? Como alcalde, un vago que se ha limitado a terminar lo que ya habían iniciado sus antecesores, a despilfarrar los fondos del Plan E y a largar mentiras y promesas incumplibles o incumplidas en programas de emisoras de radio y televisiones pagados por todos los vigueses. Nada de lo poco que se ha hecho en la ciudad durante esta legislatura se ha gestado en su despacho, pero todo lo que se ha deshecho, tejido empresarial, puestos de trabajo, negocios comerciales, locales de restauración, actividades de autónomos, es consecuencia, en un elevado porcentaje, de un peculiar alcalde ocupado permanentemente en dar la nota y absolutamente indiferente a dar el callo.

Y no contento con tan nefasta hoja de servicios prestados a la ciudad, va el tipo y renuncia a la única virtud que no poseía por méritos propios, sino por méritos ajenos: el hecho de ser socialista. Se ha inventado el “Abelismo”, ha montando un Comité Central al más puro estilo del comunismo jurásico y ha pasado olímpicamente de la socialdemocracia vigues. Vale, tío.

Entre toda la tierra quemada que ha dejado el paso de Abel Caballero por la alcaldía de Vigo, lo más doloroso es el papelón que le ha obligado a hacer al diario decano de España. Podemos entender que el Faro intente desesperadamente que gane Caballero para seguir ordeñando la vaca de los presupuestos municipales. Lo que resulta incomprensible es que lo apueste todo a un individuo que en definitiva está de paso: la credibilidad de un medio de comunicación, el ridículo que hace cada vez que intenta ocultar informaciones a los vigueses, lo frikis que resultan sus prestigiosas páginas, cuando intentan convertir una mamarrachada del alcalde en una gesta sublime para la ciudad.

Todo es patético. Por donde ha pasado Abel, no crece la hierba, la democracia, el diálogo, la verdad, la libertad, la eficacia, la gestión, el empleo, la unión entre vigueses, la esperanza, las expectativas de futuro. Ni siquiera la ilusión de los socialistas de toda la vida. Se nos ha instalado un friki en la alcaldía de Vigo, y sólo tenemos una oportunidad para remediarlo: ahí ven o maio. Espero que para los vigueses haya mayo, un mayo de cambio y esperanza, y no siga siendo invierno como describía Curros Enríquez

martes, 22 de marzo de 2011

Bancarrota política



El alcalde va a inaugurar in extremis, en el último minuto hábil impuesto por la Junta Electoral Central, el Auditorio. Supongo que será el Auditorio de Vigo, aunque cada vez que he pasado por allí, durante su periodo de gestación, he dudado si no sería el Auditorio de la “Alcaldía”, a juzgar por la cantidad de carteles aludiendo a ése inédito y acaparador ente municipal.


En Vigo, desde hace más de un año, es que todo parece de la “Alcaldía”, como media España parecía últimamente de Nueva Rumasa, hasta que descubrimos que Ruíz Mateos utilizaba el dinero de los demás, con tan nefastas consecuencias, y hasta que lleguemos a la simple conclusión de que, la “Alcaldía”, que por una parte no sabe uno lo que es y por otra qué quieren ustedes que les diga, lo hace todo con la pasta del Estado, la pasta de la Xunta y la pasta de los vigueses.


Hacer cosas, auditorios, obras de adoquinado, rotondas, sobre todo si son necesarias, nunca forma parte de los méritos de un Concello, sino de sus obligaciones. ¡Faltaría más que con los fondos del Estado, los fondos de la Xunta, los Planes E y el endeudamiento local, estos señores del bigobierno municipal no hubiesen hecho nada! El problema son las cosas trascendentales para las personas que no se han hecho: el albergue para los sin techo, políticas imaginativas para fomentar el empleo o al menos impedir su destrucción masiva (les recuerdo que el todavía candidato Abel Caballero, nada menos que doctor en economía, tuvo la osadía electoral de prometer el pleno empleo), la intercesión ante el gobierno central para impedir ERES en Vigo y su área metropolitana, medidas municipales para paliar en lo posible el cierre en masa de comercios, la construcción de las 6.000 viviendas protegidas prometidas, el hospital cuya primera piedra iba a colocar el gobierno bipartito de la Xunta en 2009…En fin, cuestiones de esas que si ayudan a las personas a ser un poco menos infelices o un poco más felices, según se vea. Todas estas cuestiones anotadas en el debe del tándem Abel-Santi, nos dibuja un libro de contabilidad de gestión municipal que sólo nos permite hacer un diagnóstico objetivo: bancarrota política.


Queda claro que Abel Caballero, de mayor, quería ser el Paco Vázquez de Vigo. Pero es una evidencia que cualquier similitud entre ambos personajes es pura coincidencia. Reconozco que los dos son socialistas muy peculiares, pero me duele, como vigués, reconocer que Paco tuvo el don de camelarse a Fraga, a Felipe y Aznar en beneficio de A Coruña, mientras que Abel ha perjudicado a Vigo por su falta de persuasión con Touriño, con el abuso permanente de utilizar el nombre de Zapatero en vano y con su cruzada patriotera contra Núñez Feijóo. El patriotismo barato, sobre todo si es patriotismo chico y demagógico, es el refugio de los canallas. Y lo que es aún más grave, lo paga siempre la tropa, los ciudadanos, los vigueses.


La grandeza de gobernar una ciudad es poner los intereses de las personas que viven en ella por encima de los caprichos, la soberbia, los egos enfermizos y las estrategias electoralistas de un solo individuo. Lo mejor que se puede hacer con ése tipo de individualistas ególatras es botarles a casa. Con “b” de beneficio para la ciudad

jueves, 17 de marzo de 2011

Bota a Abel


Con la confusa normativa para la campaña electoral que regula la libertad de expresión en vísperas electorales, no se si alguna Junta electoral me puede llamar al orden. Pero como vigués me sale de dentro proclamar a los cuatro vientos de mi ciudad:


¡Bota a Abel!

Estoy conjugando el verbo botar, naturalmente, en su acepción de deshacerse de, librarse de, extirpar un tumor maligno en la convivencia de una ciudad. Estoy hablando del señor que va por ahí dando la mano floja, intentando hacer una mueca que se parezca a una sonrisa, que no te mira a la cara cuando te habla, que se pone colorado cuando dice alguna verdad (más que nada por falta de costumbre) y se queda impasible cuando dice una mentira (más que nada por su larga experiencia acumulada en esos menesteres)

Estoy hablando del ventrílocuo que hace hablar a sus muñecos municipales, los usa y después los tira a la basura como los clínex. Estoy hablando de un extorsionador de empresarios y responsables de instituciones locales que se han pasado toda esta legislatura escuchando una amenaza: ¡o estás conmigo o estás contra mí! Estoy hablando de un manipulador de trabajadores, de vigueses, de hombres y mujeres humildes que todavía viven con miedo al poder. Estoy hablando de un comprador de espacios de medios de comunicación con dinero público. Estoy hablando de un ser acomplejado que se escuda tras el poder otorgado por el pueblo para gobernar sin el pueblo. Estoy hablando de egolatría injustificada, enfermiza, que acaba poniendo a la ciudad al servicio de un alcalde sin la mínima posibilidad de que ése alcalde se ponga al servicio de la ciudad.

Estoy hablando, también, de un “tiranillo Banderas” con el que naturalmente no habría malgastado ni un gramo de su talento literario Valle Inclán, pero que practica la opresión, la censura, el despotismo, la dictadura, la persecución, el genocidio participativo con los compañeros de su mismo partido pertenecientes a los sectores críticos. Estoy hablando de un paciente que en vez de acudir a la consulta de un psicólogo prefiere practicar el psicoanálisis permanente en el despacho de una alcaldía. Estoy hablando, probablemente, del enemigo público número uno de los vigueses en general y de los que se sienten socialistas en particular, a quienes transmito mi más sentido pésame y toda mi admiración por intentar mantenerlo como alcalde a pesar de que lleve tanto tiempo revolviéndoles el estómago. Es posible que alguno de estos últimos, tras leer este post, me haga un reproche:

-¿Cómo voy a botarle, con “b”, si soy socialista?
-Pues por eso mismo, hombre. Para que siga siendo socialista y no le de vergüenza estar representado por ése ejemplar.

Los caballeros pasan; los partidos y las ideas permanecen. Y pocos casos, como este, demuestran la sabiduría de un pueblo que ha exclamado tantas veces: ¡no hay mal que por bien no venga! Abel puede ser pan para hoy para el socialismo vigués, pero desde luego es hambre, mucho hambre para el mañana….

Salvo que los miembros de las juntas electorales no anden fuertes en gramática, espero que esta b excluya este comentario del veto a pedir el boto.

jueves, 3 de marzo de 2011

El Abelismo recurre a los panfletos


Si hubiera hecho gestión quizá ahora tendría argumentos. Si no hubiese caído en el enfermizo culto a sí mismo, en la soberbia curricular, en la mentira repetida mil veces, en las promesas incumplidas, en la crispación permanente, en la humillación a sus propios socios de gobierno, en un viguismo demagógico que atenta contra la inteligencia de los vigueses, basado en la división de los ciudadanos en vez de basarse en la imprescindible unión que hace la fuerza, quizá llegaría con mejores expectativas a este tramo final de una legislatura que acaba en mayo.

Pero Abel Caballero ha resultado un bluf. Un bluf como alcalde, como socialista, como defensor de la democracia interna en el PSOE vigués, como gestor de los 90 millones de euros del Plan E, como impulsor de medidas imaginativas para paliar la destrucción de empleo y el cierre de comercios, como cabeza visible de un programa único de gobierno que, al final, se ha convertido en dos, uno de la Alcaldía y otro de la Tenencia de Alcaldía, uno de Abel y otro de Santi, cada uno por su cuenta, cada loco con su tema, mientras la ciudad soportaba indefensa las embestidas de la crisis. Y, lo que es aún más grave en mi opinión y la de muchos que le padecen cotidianamente en el ámbito del partido, en el ámbito municipal y en el ámbito personal: es un bluf como persona.

Sin ningún argumento de peso del que echar mano, con el descrédito de espacios de periódico y programas de radio y televisión pagados con dinero de todos los vigueses, los discípulos poco aplicados de “Maquiavelo” que conforman el “Abelismo” (no confundir con el respetabilísimo socialismo), se aferran a una última estrategia a la desesperada: el diluvio de panfletos y libelos sobre los buzones de los vigueses. Nunca darán la cara, por supuesto, pero dejan en la ciudad la sospecha inevitable de que son sus manos las que manejan el mando a distancia.

A mí, en el fondo, me invade una extraña mezcla de repugnancia y compasión. ¿Cómo pueden caer tan bajo los seres humanos por su ególatra obsesión por el poder? ¿Cómo es posible que un señor que presume de doctorarse en Cambridge, mire para otro lado mientras algunas ratas de sus alcantarillas se cuelan en los buzones de Vigo? El primer problema de esa actitud es la nocturnidad y alevosía. El segundo, quizá más grave, es el objetivo miserable de intentar manipular, con difamaciones y mentiras, la libertad de pensamiento y de criterio de los ciudadanos soberanos en un sistema democrático.

El otro día aseguran que se oyó en una reunión de los “abelistas” una voz desesperada exclamando: ¡hay que ir a por todas! Y no van a reparar en gastos, en artimañas, en difamaciones, en manipulaciones de la justicia, en lo que haga falta, para intentar recoger una cosecha inmerecida sin haber sembrado la semilla de la gestión, de la eficacia, de la concordia y del gobierno para, por y con los ciudadanos. Ahora, por ejemplo, se dedican a intentar ganarse a los vigueses regalandonos cojines made in “Alcaldía”, cuando llevan casi cuatro años tocándonos los cojones, soportando un gobierno de coalición que ha estado rascándose los susodichos. Si no fuera para llorar, semejante payasada , ideada por algún “experto” en marcketing electoral, podría arrancarnos una sonrisa propia de las situaciones que provocan vergüenza ajena.

Yo ya me he encontrado un libelo de esos en el buzón de mi casa. Y reconozco que sólo me ha venido un pensamiento a la cabeza: ¿eso es todo lo que el Abelismo le puede ofrecer a los vigueses tras toda una legislatura…?

martes, 1 de marzo de 2011

Embargando a los más débiles


La alcaldía de Vigo sacaba pecho el otro día y presumía de haber embargado las cuentas corrientes de más de 29 mil vigueses que no habían pagado sus impuestos. Como ocurre siempre en estas ocasiones, habrá puristas que aplaudan semejante decisión, en una cultura en la que se conserva una cierta nostalgia inquisidora. Pero para una inmensa mayoría de vigueses, entre los que me encuentro, esta decisión nos revuelve algo el estómago.

En primer lugar, es muy significativo que la cifra se aproxime tanto al número de parados que hay en la ciudad, lo que induce a pensar que puede haber algunos pícaros que no quieran pagar las tasas y las multas municipales, de acuerdo, pero la inmensa mayoría de “proscritos” sencillamente no pueden pagar. Respecto a estos últimos, que con suerte apenas tendrán en el banco unos eurillos para ir tirando o incluso para ir comiendo o satisfaciendo sus necesidades más básicas, resulta aberrante que un gobierno que representa al socialismo les quite el pan y la escasa esperanza de supervivencia de la boca. De manera que no esperen de mí que aplauda un acto recaudatorio legal, desde el punto de vista administrativo, pero repulsivo desde una óptica humanística y social del gobierno de los ciudadanos.

Y luego está el agravante de una patética paradoja: una administración morosa, cuya tardanza en pagar a sus proveedores está destruyendo pequeñas y medianas empresas, comercios y autónomos que acaban tirando la toalla tras meses y meses esperando a que la administración municipal pague las deudas contraídas (que es una forma inequívoca de destruir empleo), se atreve a utilizar el embargo a los más débiles como paradigma de la insensibilidad y la falta de solidaridad de los gobernantes con los gobernados.

Sinceramente, si tras esta reflexión siguen aplaudiendo el mismo número de vigueses esa decisión insolidaria e implacable de su gobierno municipal, es cuestión de aconsejarles que se lo hagan ver. O padecen fanatismo crónico o tienen un grave problema de falta de empatía con el prójimo. Con parte de ése dinero van a pagar los autobuses que lleven gratuitamente a los aficionados a animar al Celta por esos campos de dios. Eso sí que resulta primordial, señor alcalde. Un servicio de primera necesidad.

lunes, 14 de febrero de 2011

El despilfarro bipartito

¿Creéis que la duplicidad de carteles, “alcaldía” y “tenencia de alcaldía”, sale gratis? ¿Qué no cuestan una pasta gansa los programas de autobombo en televisiones y radios locales? ¿Qué no se pagan a precio de oro los centímetros cuadrados de páginas de periódico dedicadas a glosar la última ocurrencia del alcalde? Es posible que algún vigués mantenga la esperanza de que Abel Caballero se pague estas cosas de su bolsillo, pero siento desilusionarle y darle un disgusto: se las paga con el dinero de todos. Con gasolina que pagamos entre todos, en un coche oficial con cuyos gastos de compra y mantenimiento hemos corrido todos los vigueses, se desplaza casi todas las semanas, hasta el aeropuerto, una persona que pertenece al círculo íntimo del alcalde. Es un secreto a voces, pero ningún vigués le pone el cascabel al gato.

La verdad es que me importa un bledo, como a todos vosotros, la vida privada del señor alcalde. Lo que me saca de quicio es que no utilice su coche privado, ése que declara públicamente entres sus modestos bienes, para trasladar a sus amistades al aeropuerto casi todos los fines de semana. Esta actitud paleta de “nuevo rico” con cargo al dinero público, es una incorrección en cualquier circunstancia, pero, desde luego, se convierte en una obscenidad en estos tiempos de crisis, con 32 mil familias angustiadas por el paro, miles de comercios cerrados, pequeñas y medianas empresas pasándolas canutas, trabajadores en la cuerda floja de un ERE y parados que ya han perdido el último subsidio de supervivencia. ¿De qué materia está hecho el corazón y la conciencia de algunos políticos, eh?

Del sobreprecio que paga una sociedad por mantener gobiernos de coalición, que voy a contaros que no sepáis. El reparto del botín presupuestario es tan evidente, tan inútil, tan vergonzoso que debería sonrojar a todos y cada uno de los vigueses. La eficacia en el gasto de los recursos brilla por su ausencia y queda absolutamente relegada a un segundo plano. Se trata de que cada uno de los socios meta la mano en la caja y se pase toda una legislatura invirtiendo en si mismo, Alcaldía versus Tenencia, Abel versus Santi, concejalías de unos versus concejalías de los otros, en un duelo permanente que perjudica seriamente la salud económica y social de la ciudad.

Sinceramente, Vigo no puede permitirse el lujo de mantener un gobierno bipartito tan caro, tan frívolo, ideológicamente tan cínico y pragmáticamente tan inútil. Esto no es una coalición de izquierdas, no nos engañemos, sino dos bandas de “okupas” del poder municipal que se han repartido la ciudad, los presupuestos, los gastos de representación, el derecho de pernada del nepotismo, los coches oficiales y, al final, en gestión, en eficacia, en soluciones para la ciudad, sólo son un cero a la izquierda. Con todos los respetos para el socialismo y el nacionalismo vigués, plagados de buenos vasallos si tuviesen buenos señores, sus representantes públicos en el Ayuntamiento se han convertido en sus peores enemigos.

Desde que tengo uso de razón escuchaba a mis mayores una frase que alcanza toda su dimensión en estos tiempos de crisis profunda: “con las cosas de comer no se juega”. Las cosas de comer, en Vigo, guardan una relación bastante estrecha con la gestión, la eficacia y una buena administración de los presupuestos (el dinero de todos), por parte del gobierno municipal de turno. Este gobierno de turno que manejan Abel y Santi, que ha practicado el culto personalista y el despilfarro electoralista, lleva tres años y pico jugando con las cosas de comer de los vigueses.

lunes, 7 de febrero de 2011

Abel y sus muñecos

Las buenas cifras que arroja el Puerto de Vigo en el conjunto de la actividad portuaria de todo el estado español, que deberían alegrar a los vigueses de buena voluntad y, entre ellos, a los responsables del gobierno municipal de Vigo, resulta que se le han indigestado al señor alcalde de la ciudad. ¡Qué manera tan peculiar de entender el viguismo! En un nuevo brote de rabia, que curiosamente suele coincidir con cualquier noticia favorable a la gestión portuaria, Abel Caballero ha sacado a escena a uno de los muñecos municipales con los que practica la ventriloquía, en clara competencia con José Luís Moreno y sus muñecos, y le ha obligado a hacer otro vergonzoso numerito de celos electorales, manipulando verdades y trufando mentiras ante los medios de comunicación.

No es que el muñeco-concejal, por sí mismo, haya intentado hacernos pasar a los vigueses por idiotas, es que se ha limitado a seguir el guión establecido por el señor alcalde que, como todos los vigueses saben, está genéticamente incapacitado para responder a esa solemne pregunta previa que se hace en los tribunales de justicia: “¿jura usted decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? Y eso, claro, se contagia a todo el elenco de muñecos, los Santos, los Mariños, los Font las Lauras, que suelen intervenir en sus esperpénticos espectáculos mediáticos.

Los datos del Puertos del Estado y del Puerto de Vigo están ahí para cualquier vigués inquieto que quiera consultarlos, y los falsos argumentos que ha esgrimido el muñeco Font por control remoto han quedado inmortalizados, para su desgracia, en las hemerotecas. Pero ya se sabe que los muñecos no pueden ruborizarse cuando cuentan mentiras. Y en este caso, su tristemente reconocido ventrílocuo municipal y espeso, tampoco. La única ventaja que tenemos los vigueses es que los tiempos en que una mentira repetida mil veces acababa convirtiéndose en verdad, pasaron a mejor vida al mismo tiempo que Goebels.

Total, a lo que íbamos: que tenemos un gobierno municipal constituido por Abel Caballero y sus muñecos, y que dudo que una ciudad de 300 mil habitantes, con los índices de paro que padece, el cierre de comercios, los equilibrios sin red de tantas empresas, la falta de gestión, los peligrosos juegos electoralistas, pueda permitirse el lujo de seguir gobernada por un ventrílocuo que ha perdido la cabeza y un grupo de Macarios, de Rockefeleres, de Monchitos, de Nicoles, de Rodolfos, de Doña Rogelias, que han perdido la dignidad.

Nota.- La réplica viguesa de José Luís Moreno, amenaza con incorporar dos nuevas muñecas a su nuevo repertorio: Elena Espinosa (a la que intentó colocar como Delegada del Gobierno en Galicia) y Carmela Silva, la primera portavoz muda de un grupo parlamentario en el Senado.

jueves, 27 de enero de 2011

Vigo está gafada

Lo que hay que reconocerle a Abel Caballero es su gran tenacidad para “sostenella y no enmendalla”. Eso, que sería una virtud para un cómico elegido para representar “la venganza de Don Mendo”, se convierte en una actitud patética cuando la adopta el alcalde de 300 mil ciudadanos. Yo comprendo que en los tiempos en que vivimos se agradece mucho que alguien te arranque una carcajada. Pero cuando el que te la arranca esta manejando los presupuestos municipales de tu ciudad, es el responsable del presente de todos los vigueses y amenaza con intentar seguir siendo el responsable de nuestro futuro colectivo, entonces, se te hiela la sonrisa, se te encoje el corazón y susurras a coro con vigueses de todos los colores, de todas las parroquias, de todas las ideologías: ¡qué hemos hecho nosotros para merecernos esto!

Con el dichoso asunto de las cajas, Abel Caballero cree que está haciendo política, pero en realidad está interpretando un sainete, una bufa, una astracanada que ni siquiera se atrevería a representar Pedro Muñoz Seca. Primero vincula su futuro político a la permanencia en solitario de la extinta Caixanova: ¡o yo o la fusión! Curiosamente salió la fusión y, en vez de irse a casa, como esperaban cientos de miles de testigos presenciales de su heroico gesto, se pasó al bando de los vencedores y se convirtió a la fe de una sola caixa gallega fusionada. Ahora MAFO, Zapatero, Blanco, los colegas de Madrid con los que, según manifiesta, tiene hilo telefónico directo, se la meten cuadrada con Novacaixagalicia, que según los planes de Elena Salgado tiene los días, los meses contados, y en vez de emprenderla con La Moncloa en defensa de los intereses de Vigo y de Galicia, la emprende con Núñez Feijóo y la Xunta. ¿Hay algún gallego, salvo Abel Caballero, que tenga alguna duda de quiénes y por qué quieren hacer desaparecer la Caixa gallega?

Resulta tan ridículo el papelón de Abel Caballero en el culebrón de las caixas, que cuesta trabajo distinguir si ha querido pasarse de listo o pasarse de tonto. En cualquier caso, en cuanto a política financiera se refiere, ha demostrado que todavía le quedan resquicios de la doctrina de Marx. De Groucho para los amigos. Va de victoria en victoria hasta la derrota final. Yo creo que es gafe. Gafó a Caixanova, que en paz descanse. Luego, nada más convertirse a la fe de una caja única en su camino hacia Damasco, ha gafado a Novacaixagalicia. Con razón me parecía a mí que Vigo, en los últimos años, estaba gafada.

miércoles, 19 de enero de 2011

¿Quién puede fiarse de Abel?

Como tiene tanto tiempo libre, porque Abel Caballero no dedica ni un minuto al día a la gestión de la ciudad de Vigo, el señor alcalde se ha erigido en asesor de Julio Fernández Gayoso, presidente temporal de Novacaixagalicia. Ha sido precisamente en una de sus múltiples sesiones de asesoramiento cuando el señor alcalde le ha recomendado al veterano financiero: “ni se te ocurra prestar atención a quienes predican la bancarización y privatización de las cajas”.

No sé si ése es un sabio o un nefasto consejo, aunque procediendo de quien procede me inclino más por la segunda de las posibilidades. De lo que no cabe la menor duda, es que supone una deslealtad de un alcalde socialista hacia las tesis que defiende Zapatero y que secunda el PSdG-PSOE, según las manifestaciones públicas de su Secretario General Pachi Vázquez.

Esta patética contradicción entre el alcalde socialista y el partido que le aupó a ministro, que le permitió ser diputado, que lo presentó como candidato a la presidencia de la Xunta (con los perores resultados de la historia del socialismo gallego), y que ahora apuesta por él para que repita al frente de la lista en Vigo, demuestra la catadura moral del personaje. Si realmente estuviese pensando en los intereses de Vigo, y no en los suyos propios, sería más efectivo el gesto de grandeza de presentar su dimisión, de amenazar con retirar su candidatura, si Zapatero, Pachi y el socialismo gallego y nacional no rectifican respecto a la suerte que deben correr las cajas, en general, y Novacaixagalicia en particular.

Pero este señor dice una cosa en Vigo y dobla después la rodilla ante los designios de Pepe Blanco. Es un patriota de pacotilla, de papel periódico, e inmediatamente después de largar bravuconadas por esa boca, pliega velas, se la envaina, hablando en castellano de la calle, y donde dijo digo dice diego, en menos tiempo de lo que dura un caramelo a la puerta de un colegio.

Ése es quien quiere repetir como alcalde de los vigueses. Vendería a su padre, a su madre, a sus compañeros de partido, a sus concejales, a su ciudad, a su alma, a quien haga falta, con tal de alcanzar sus objetivos personales e intransferibles. ¿Quién puede fiarse de Abel? Esa es la cuestión durante los próximos meses.

martes, 4 de enero de 2011

Abelismo y abelistas

Ni siquiera aspiran a una victoria electoral, a un refrendo mayoritario de los vigueses, sino a una suma aritmética con los nacionalistas que les proporcione la mitad más uno de concejales en Vigo. Probablemente son de izquierdas, pero han convertido en icono electoral a Julio Fernández Gayoso, que representa el rancio capitalismo financiero que ha metido a occidente en esta ratonera económica y social de la crisis. Seguramente, en su fuero interno, rechazan los privilegios de los más fuertes y suspiran por la defensa de los más débiles, pero ninguno ha visto a su candidato rasgándose públicamente las vestiduras ante los atropellos del gobierno socialista del Estado hacia los más desfavorecidos: sube la luz, el butano, el transporte público, el IVA que paga todo hijo de vecino, el tabaco que alivia las penas de tantos sin techo, las dificultades para las víctimas del maldito paro.
Da igual. Los “abelistas”, prietas las filas, concentran su ideología en los vuelos desde Vigo para los pocos que pueden permitirse el lujo de volar, entre los muchos que se conformarían con el lujo de poder llegar a fin de mes. Esperan con ansiedad la gloriosa inauguración del Auditorio, pero no se preguntan a qué vigueses va a beneficiar su apertura, a cuántos, cuánto retorno económico va a producir y entre cuántos vigueses se va a repartir esa hipotética repercusión económica. Presumen de las calles humanizadas, pero ni una sola palabra de la existencia inhumana de tantos parados y tantos sin abrigo que deambulan por ellas. De qué izquierda sociológica estamos hablando en Vigo, ¿eh? ¿De qué va esta gente que ha hecho bandera de instituciones financieras, conquistas sociales de desproporcionados aeropuertos faraónicos, una vara comprensiva para medir los desaires presupuestarios de Zapatero y otra intransigente y victimista para medir las acciones u omisiones presupuestarias de Feijóo?
Del vudú al Puerto de Vigo, que sólo es obsesivo vudú a Corina Porro, han hecho prácticamente un programa de gobierno. Y, con toda sinceridad, creo que lo que es bueno para el Puerto es bueno para esta ciudad, al margen del nombre, los apellidos y el carné de la persona que esté al frente. Si pensasen en la ciudad a largo plazo y no estuviesen hipnotizados con la zanahoria electoral de mayo, se darían cuenta de que retrasar las manecillas del reloj del Puerto es retrasar las manecillas del reloj de la esperanza de Vigo.
Pero, ¿qué más da? No son vigueses, no son socialistas, se han convertido en “abelistas” por razones que todos ustedes pueden suponer y no voy a detallar en estas líneas. Abel Caballero ha inventado un patriotismo chico artificial, friki, de estéril recorrido histórico y ninguna proyección de futuro para Vigo, y algunos ciudadanos, unos por intereses creados, otros con los estómagos agradecidos, algunos ilusos de absoluta buena fe y varios y dignos socialistas por resignación, le siguen como aquellos incautos chiquillos del cuento al flautista de Hamelín. A falta de gestión y de eficacia, el “abelismo” a izado el estandarte del nacionalviguismo y la táctica propagandística goebeliana: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”
Cuánto más conozco a Abel Caballero, más fe tengo en la democracia como elemento corrector de las equivocaciones de los ciudadanos libres. Equivocarse es de humanos; rectificar es de sabios.