viernes, 8 de octubre de 2010

El conciertazo del Alcalde

Si señores, uno ya está mayor. Después de pasar toda la vida trabajando, me he ganado el descanso, o al menos el que me permitan mis nietos, y aprovecho mi tiempo para pasear por mi ciudad. Suelo caminar por el Puerto, me encuentro viejos amigos, me cuentan novedades y recordamos otros tiempos. Me gusta ver como Vigo se va transformando y pienso que yo he aportado mi granito de arena.
Esta semana, por lo visto ha habido un acontecimiento extraordinario en la ciudad. Se ha inaugurado una calle. Dicho así no parece gran cosa. Pero cualquier vigués sabe que me refiero a la calle Simón Bolívar y al concierto de piano. Pregunté a un conocido en la zona y me contó que el acto estuvo bien, que cotillearon de lo lindo. Aunque la música apenas se escuchó debido al ruido me hubiera gustado estar. Así que estoy enfadado con el alcalde, porque ya que hemos pagado 600 euros por ese pianista lo mínimo es que me inviten al concierto. Mi conocido estaba allí con varios parados más, y me hubiera gustado acompañarles en su indignación. Mi hija también es una de esos parados que hubiera querido estar en el concierto, y tomar la palabra después del alcalde para poder decirle algunas cosas. Por ejemplo, que hacer calles es su obligación, y no es de recibo poner placas en su honor ni sacar pianos a la calle cada vez que inaugura una. Y le diría que centrase sus esfuerzos en el principal problema al que se enfrenta Vigo: el trabajo.
Yo mientras, me siento a leer en uno de sus bancos, esos que llevan el fantástico letrero que pone Alcaldía, y sigo reflexionando sobre el progreso en mi ciudad, Vigo.

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