martes, 22 de marzo de 2011

Bancarrota política



El alcalde va a inaugurar in extremis, en el último minuto hábil impuesto por la Junta Electoral Central, el Auditorio. Supongo que será el Auditorio de Vigo, aunque cada vez que he pasado por allí, durante su periodo de gestación, he dudado si no sería el Auditorio de la “Alcaldía”, a juzgar por la cantidad de carteles aludiendo a ése inédito y acaparador ente municipal.


En Vigo, desde hace más de un año, es que todo parece de la “Alcaldía”, como media España parecía últimamente de Nueva Rumasa, hasta que descubrimos que Ruíz Mateos utilizaba el dinero de los demás, con tan nefastas consecuencias, y hasta que lleguemos a la simple conclusión de que, la “Alcaldía”, que por una parte no sabe uno lo que es y por otra qué quieren ustedes que les diga, lo hace todo con la pasta del Estado, la pasta de la Xunta y la pasta de los vigueses.


Hacer cosas, auditorios, obras de adoquinado, rotondas, sobre todo si son necesarias, nunca forma parte de los méritos de un Concello, sino de sus obligaciones. ¡Faltaría más que con los fondos del Estado, los fondos de la Xunta, los Planes E y el endeudamiento local, estos señores del bigobierno municipal no hubiesen hecho nada! El problema son las cosas trascendentales para las personas que no se han hecho: el albergue para los sin techo, políticas imaginativas para fomentar el empleo o al menos impedir su destrucción masiva (les recuerdo que el todavía candidato Abel Caballero, nada menos que doctor en economía, tuvo la osadía electoral de prometer el pleno empleo), la intercesión ante el gobierno central para impedir ERES en Vigo y su área metropolitana, medidas municipales para paliar en lo posible el cierre en masa de comercios, la construcción de las 6.000 viviendas protegidas prometidas, el hospital cuya primera piedra iba a colocar el gobierno bipartito de la Xunta en 2009…En fin, cuestiones de esas que si ayudan a las personas a ser un poco menos infelices o un poco más felices, según se vea. Todas estas cuestiones anotadas en el debe del tándem Abel-Santi, nos dibuja un libro de contabilidad de gestión municipal que sólo nos permite hacer un diagnóstico objetivo: bancarrota política.


Queda claro que Abel Caballero, de mayor, quería ser el Paco Vázquez de Vigo. Pero es una evidencia que cualquier similitud entre ambos personajes es pura coincidencia. Reconozco que los dos son socialistas muy peculiares, pero me duele, como vigués, reconocer que Paco tuvo el don de camelarse a Fraga, a Felipe y Aznar en beneficio de A Coruña, mientras que Abel ha perjudicado a Vigo por su falta de persuasión con Touriño, con el abuso permanente de utilizar el nombre de Zapatero en vano y con su cruzada patriotera contra Núñez Feijóo. El patriotismo barato, sobre todo si es patriotismo chico y demagógico, es el refugio de los canallas. Y lo que es aún más grave, lo paga siempre la tropa, los ciudadanos, los vigueses.


La grandeza de gobernar una ciudad es poner los intereses de las personas que viven en ella por encima de los caprichos, la soberbia, los egos enfermizos y las estrategias electoralistas de un solo individuo. Lo mejor que se puede hacer con ése tipo de individualistas ególatras es botarles a casa. Con “b” de beneficio para la ciudad

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