jueves, 3 de marzo de 2011

El Abelismo recurre a los panfletos


Si hubiera hecho gestión quizá ahora tendría argumentos. Si no hubiese caído en el enfermizo culto a sí mismo, en la soberbia curricular, en la mentira repetida mil veces, en las promesas incumplidas, en la crispación permanente, en la humillación a sus propios socios de gobierno, en un viguismo demagógico que atenta contra la inteligencia de los vigueses, basado en la división de los ciudadanos en vez de basarse en la imprescindible unión que hace la fuerza, quizá llegaría con mejores expectativas a este tramo final de una legislatura que acaba en mayo.

Pero Abel Caballero ha resultado un bluf. Un bluf como alcalde, como socialista, como defensor de la democracia interna en el PSOE vigués, como gestor de los 90 millones de euros del Plan E, como impulsor de medidas imaginativas para paliar la destrucción de empleo y el cierre de comercios, como cabeza visible de un programa único de gobierno que, al final, se ha convertido en dos, uno de la Alcaldía y otro de la Tenencia de Alcaldía, uno de Abel y otro de Santi, cada uno por su cuenta, cada loco con su tema, mientras la ciudad soportaba indefensa las embestidas de la crisis. Y, lo que es aún más grave en mi opinión y la de muchos que le padecen cotidianamente en el ámbito del partido, en el ámbito municipal y en el ámbito personal: es un bluf como persona.

Sin ningún argumento de peso del que echar mano, con el descrédito de espacios de periódico y programas de radio y televisión pagados con dinero de todos los vigueses, los discípulos poco aplicados de “Maquiavelo” que conforman el “Abelismo” (no confundir con el respetabilísimo socialismo), se aferran a una última estrategia a la desesperada: el diluvio de panfletos y libelos sobre los buzones de los vigueses. Nunca darán la cara, por supuesto, pero dejan en la ciudad la sospecha inevitable de que son sus manos las que manejan el mando a distancia.

A mí, en el fondo, me invade una extraña mezcla de repugnancia y compasión. ¿Cómo pueden caer tan bajo los seres humanos por su ególatra obsesión por el poder? ¿Cómo es posible que un señor que presume de doctorarse en Cambridge, mire para otro lado mientras algunas ratas de sus alcantarillas se cuelan en los buzones de Vigo? El primer problema de esa actitud es la nocturnidad y alevosía. El segundo, quizá más grave, es el objetivo miserable de intentar manipular, con difamaciones y mentiras, la libertad de pensamiento y de criterio de los ciudadanos soberanos en un sistema democrático.

El otro día aseguran que se oyó en una reunión de los “abelistas” una voz desesperada exclamando: ¡hay que ir a por todas! Y no van a reparar en gastos, en artimañas, en difamaciones, en manipulaciones de la justicia, en lo que haga falta, para intentar recoger una cosecha inmerecida sin haber sembrado la semilla de la gestión, de la eficacia, de la concordia y del gobierno para, por y con los ciudadanos. Ahora, por ejemplo, se dedican a intentar ganarse a los vigueses regalandonos cojines made in “Alcaldía”, cuando llevan casi cuatro años tocándonos los cojones, soportando un gobierno de coalición que ha estado rascándose los susodichos. Si no fuera para llorar, semejante payasada , ideada por algún “experto” en marcketing electoral, podría arrancarnos una sonrisa propia de las situaciones que provocan vergüenza ajena.

Yo ya me he encontrado un libelo de esos en el buzón de mi casa. Y reconozco que sólo me ha venido un pensamiento a la cabeza: ¿eso es todo lo que el Abelismo le puede ofrecer a los vigueses tras toda una legislatura…?

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