jueves, 17 de marzo de 2011

Bota a Abel


Con la confusa normativa para la campaña electoral que regula la libertad de expresión en vísperas electorales, no se si alguna Junta electoral me puede llamar al orden. Pero como vigués me sale de dentro proclamar a los cuatro vientos de mi ciudad:


¡Bota a Abel!

Estoy conjugando el verbo botar, naturalmente, en su acepción de deshacerse de, librarse de, extirpar un tumor maligno en la convivencia de una ciudad. Estoy hablando del señor que va por ahí dando la mano floja, intentando hacer una mueca que se parezca a una sonrisa, que no te mira a la cara cuando te habla, que se pone colorado cuando dice alguna verdad (más que nada por falta de costumbre) y se queda impasible cuando dice una mentira (más que nada por su larga experiencia acumulada en esos menesteres)

Estoy hablando del ventrílocuo que hace hablar a sus muñecos municipales, los usa y después los tira a la basura como los clínex. Estoy hablando de un extorsionador de empresarios y responsables de instituciones locales que se han pasado toda esta legislatura escuchando una amenaza: ¡o estás conmigo o estás contra mí! Estoy hablando de un manipulador de trabajadores, de vigueses, de hombres y mujeres humildes que todavía viven con miedo al poder. Estoy hablando de un comprador de espacios de medios de comunicación con dinero público. Estoy hablando de un ser acomplejado que se escuda tras el poder otorgado por el pueblo para gobernar sin el pueblo. Estoy hablando de egolatría injustificada, enfermiza, que acaba poniendo a la ciudad al servicio de un alcalde sin la mínima posibilidad de que ése alcalde se ponga al servicio de la ciudad.

Estoy hablando, también, de un “tiranillo Banderas” con el que naturalmente no habría malgastado ni un gramo de su talento literario Valle Inclán, pero que practica la opresión, la censura, el despotismo, la dictadura, la persecución, el genocidio participativo con los compañeros de su mismo partido pertenecientes a los sectores críticos. Estoy hablando de un paciente que en vez de acudir a la consulta de un psicólogo prefiere practicar el psicoanálisis permanente en el despacho de una alcaldía. Estoy hablando, probablemente, del enemigo público número uno de los vigueses en general y de los que se sienten socialistas en particular, a quienes transmito mi más sentido pésame y toda mi admiración por intentar mantenerlo como alcalde a pesar de que lleve tanto tiempo revolviéndoles el estómago. Es posible que alguno de estos últimos, tras leer este post, me haga un reproche:

-¿Cómo voy a botarle, con “b”, si soy socialista?
-Pues por eso mismo, hombre. Para que siga siendo socialista y no le de vergüenza estar representado por ése ejemplar.

Los caballeros pasan; los partidos y las ideas permanecen. Y pocos casos, como este, demuestran la sabiduría de un pueblo que ha exclamado tantas veces: ¡no hay mal que por bien no venga! Abel puede ser pan para hoy para el socialismo vigués, pero desde luego es hambre, mucho hambre para el mañana….

Salvo que los miembros de las juntas electorales no anden fuertes en gramática, espero que esta b excluya este comentario del veto a pedir el boto.

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