jueves, 9 de diciembre de 2010

Abel Caballero y el teléfono I

Un día si y otro también, Abel Caballero se asoma a los medios de comunicación vigueses y nos anuncia que ya ha hablado él por teléfono con el Ministro de Fomento, con el vicepresidente Rubalcaba, con el mismísimo Zapatero y, algunas veces, incluso con Dios.

Reconozco que al principio me reconfortaba la idea de que el alcalde de nuestra ciudad tuviese línea directa con tan altas instancias del Estado. Pero, claro, entre llamada anunciada y llamada anunciada, llega un momento en el que te das cuenta de que nunca pasa nada, cada vez que el señor alcalde cuelga el teléfono. El AVE sigue perdido en algún lugar de la meseta, la Ciudad de la Justicia es una quimera, las castañas del fuego del hospital de Vigo nos las saca la Xunta, con Vulcano ha jugado Madrid a “hundir la flota”, y lo hemos mantenido a flote a puro millón de euros de los presupuestos gallegos, en viviendas de protección oficial se le ha quedado al señor Caballero el marcador como al Real Madrid en el Nou Camp: a cero. Y así sucesivamente, llamada tras llamada convenientemente aireada en la prensa, a cada una de las cuales le sucede siempre una frustración tras otra, de esas que ponen a prueba la paciencia de los vigueses.

Soy vigués, y debería tomarme muy a pecho este tipo de patrañas. Pero dadas las circunstancias y haciendo un análisis del peculiar personaje que tenemos al frente de la alcaldía, no queda más remedio que tomárselo con ironía. Puede que sea verdad que Abel Caballero hable con tanta frecuencia como dice con tan ilustres personajes. Pero, caray, evaluando los nefastos resultados, hay que llegar a alguna de estas conclusiones:

1.- Pepe Blanco, Rubalcaba, Zapatero y compañía deberían hacerse una urgente revisión de oídos. ¡Deben estar como una tapia!

2.- Abel caballero no les habla en realidad de Vigo y sus problemas. Se limita a preguntarles “que hay de lo mío”. Sobre todo si los vigueses deciden en mayo que a este señor sólo queda agradecerle los ¿servicios? Prestados.

3.- El gobierno municipal está tan empufado que no puede pagar las facturas telefónicas. Abel el fantástico llega a creerse que está hablando con los dioses del Olimpo, pero en realidad la línea está cortada.

4.- La hipótesis más sencilla: es posible que Abel intente hablar con ellos, pero es probable que “ellos” no se le pongan al teléfono.

De todas formas, si hablase tantas veces con Moncloa y los ministerios, si ocupa tanto tiempo haciendo inauguraciones cada metro cuadrado de humanización, si además tiene que acudir a televisiones y radios locales a cubrir sus espacios pagados, si de noche hace vudú con una fotografía de Corina Porro, si se pasa el día buscando la forma de parar obras portuarias, si va por ahí plantando letreros de “alcaldía de Vigo” casa por casa, si dedica unas horillas al día a diseñar panfletos para invadir nuestros buzones, si practica la ventriloquia con López Font, si es el niño en los bautizos, el novio en las bodas y el muerto en los entierros, ¿de dónde coño saca tiempo este hombre para dedicarlo a la gestión de Vigo?

La respuesta está en las calles, mis queridos convecinos. No hace gestión, no hace absolutamente nada, salvo llenar de humo las páginas y las ondas de los medios de comunicación vigueses.

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