lunes, 20 de diciembre de 2010

¡Sea usted un caballero!

Los tenaces detractores de Corina Porro o los holligan de Abel Caballero que, casualmente, suelen solapar ambas actitudes en los últimos meses, se aferran como a un clavo ardiendo a los informes de los técnicos municipales de urbanismo y las ordenanzas en esa materia, para que el Puerto de nuestra ciudad ni crezca, ni se desarrolle, ni acometa la mínima operación de cirugía estética mientras esté al frente la candidata a la alcaldía del Partido Popular. Ni comieron cuando el señor Caballero dirigió la Autoridad Portuaria, durante aquel escandaloso mandato en blanco, ni están dispuestos a dejar comer a Vigo, a los vigueses, ahora que la actual presidenta presenta una iniciativa tras otra para hacer más competitivo, en todos los ámbitos, un puerto que es la joya de la corona de la ciudad.

Con un sectarismo que debería sonrojar a cualquier ciudadano del siglo XXI, intentan que los vigueses contestemos a cada informe que emite un técnico municipal: ¡palabra de dios! Y si nos falla la fe, debilidad muy razonable si repasamos los muchos errores de técnicos municipales que se han producido en las últimas décadas (a las hemerotecas les remito), entonces acuden inmediatamente a las Ordenanzas que, como todo el mundo sabe, pueden prestarse a diversas y muy sutiles interpretaciones. Pero el camino entre un dictamen municipal y una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, es lo suficientemente largo y tortuoso para que unos ganen tiempo de aquí a las urnas, al margen de que la ciudad y sus habitantes pierdan mucho tiempo para hacer su Puerto más competitivo.

Este es el peligroso juego al que están sometiendo a los vigueses. No creo que nadie defienda la ilegalidad como herramienta para que la ciudad avance y prospere, pero tampoco concibo la posibilidad de que no haya una mayoría de vigueses preguntándose por qué el Ayuntamiento no se empeña en hallar urgentemente soluciones legales, en vez de estar obsesionado en ralentizar el despegue del Puerto escudriñando en las ordenanzas para hallar unos opinables obstáculos legales.

Personalmente, no lo comprendo. Porque los gobiernos municipales y los alcaldes pasan, pero la ciudad, los vigueses y su Puerto permanecen. Es posible que la alcaldía bien valga tanta zancadilla, como París bien valió una misa. Pero lo importante no es quién gana y con qué métodos gana una alcaldía, sino lo cara que le puede salir a la ciudad esa hipotética victoria. El Puerto, señores del bipartito, holligan fanáticos, puritanos de nuevo cuño, militantes del Abelsocialismo (no confundir con dignos y respetables militantes socialistas), no es de Corina Porro, sino de todos los vigueses y nuestras próximas generaciones. Y, francamente, con el pan, el progreso económico, la creación de empleo, el impulso a la exportación, el fomento del turismo, no se juega, señores.

Puedo comprender, teniendo en cuenta la condición humana, que el actual alcalde no se comporte como indica su apellido con su próxima rival en las urnas. Lo que me resulta incomprensible es que no se porte como un caballero con Vigo y los vigueses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario