viernes, 17 de diciembre de 2010

El caos bipartito

Un amable lector de este humilde cuaderno de Bitácora, me planteaba el otro día una duda respecto a lo que se puede hacer desde el Ayuntamiento de Vigo por el comercio y el empleo en la ciudad. Podría recurrir, para contestarle, al recurso fácil de recordarle que fue el propio Abel Caballero, cuando todavía era aspirante a la alcaldía, el que prometió el pleno empleo. Pero ya me he resignado a que los ciudadanos restemos importancia a las promesas incumplidas. Por lo visto, si eres vigués, y el cuerpo te pide votar a la izquierda, da igual que el actual alcalde haya vinculado su presentación como candidato en el 2011 a dos condiciones sine qua non que no se han producido: no se presentaría a las elecciones si el AVE no llegaba a Vigo en el 2012, y tampoco lo haría si la desaparecida Caixanova no permanecía en solitario en el mapa financiero gallego. No se van a dar ninguna de las circunstancias, como todo el mundo sabe. Pero, ya ven ustedes: él, se presenta. La mentira o la falta de palabra (como ustedes quieran definirlo), por lo visto no sale nada cara en política.

Como “soy vigués”, tal cual confieso con orgullo en la cabecera de este blog, creo que tengo derecho a plantearle a mis convecinos una pregunta para la reflexión: ¿podemos fiarnos los vigueses de un candidato que no cumple lo que promete? Allá cada uno con su conciencia.

Tras este preámbulo, que en mi opinión tiene su trascendencia, paso a contestar a mi amable y dubitativo interlocutor en la red:

Si de verdad el Ayuntamiento de una ciudad de 300 mil habitantes, a la espera de una “Carta de Ciudad” cuyo borrador anunció el actual alcalde en el 2008, no tiene capacidad para incidir en la creación de empleo y el mantenimiento del pequeño comercio de una ciudad, como apunta mi interlocutor, es que los ciudadanos hemos caído en un estado de resignación irreversible.

Por supuesto que los gobiernos municipales tienen algo que decir en políticas activas de empleo, protección al comercio e inducción al crecimiento económico de una urbe. Todo depende de la política presupuestaria, de la imaginación en la gestión y de una priorización de objetivos compartidos transaccionalmente por todas las concejalías implicadas. Lo que le ocurre al actual gobierno municipal vigués es que ha tirado la toalla. Lleva demasiado tiempo obsesionado con la inmediatez electoralista mediática, viviendo en el caos bipartito y renunciando a la gestión de fondo que habría permitido sentar las bases para la creación de empleo, la defensa del comercio y la recuperación económica de la ciudad.

4 comentarios:

  1. Estimado amigo, de las pocas competencias concretas (además de enumeraciones más o menos pretenciosas de documentos y declaraciones varias)que tienen los concellos en materia de empleo está la aplicación de los programas de empleo que la Consellería de Traballo paga con el dinero de las transferencias. La distribución de estos programas otros años se realizaban en función de los objetivos logrados (te panteas 50 contratos fijos y estables, logras 50 y al año siguiente de dan otra vez el dinero del programa desde la Xunta. Si sólo colocas a 2 ese dinero irá a otro concello que lo haga mejor, "trabajo por objetivos", le llaman).

    El año pasado el Concello de Vigo logró colocar a un 12% más de trabajadores de los que se había propuesto (en total, cerca de 300 personas con empleo fijo o contrato superior a un año), mientras que otros concellos como Mos o Porriño, recientemente convertidos por mociones de censura a alcaldes del Pp no lograban sus objetivos ni de lejos (entre ambos apenas llegaban a unas 25 personas). La Xunta de Galicia decidió este año negar los fondos de los programas económicos de empleo al Concello de Vigo y aumentar los de Mos y Porriño, no se saabe en función de qué criterios, puesto que no son públicos.

    Pero es que además ni siquiera se lo ha dado a entidades viguesas, como asociación de empresarios o sindicatos o empresas privadas o Ong´s. Ni un euro a la ciudad de Vigo, a pesar de acumular casi 30.000 parados. La Xunta de Galicia no ha repartido ni un euro a Vigo, con lo que la ha atado de pies y manos para trabajar en este campo.

    Estos datos son públicos y han aparecido estos días en prensa, además de que los que trabajamos en esos ámbitos los conocemos desde hace meses. No se puede decir que el paro depende Zp y de Caballero y salvar a Feijoo, que es quien tiene transferidas todas las competencias en este asunto.

    Que Caballero nos caiga bien o mal no nos debe eximir de ser racionales, a no ser que queramos votar según nos caiga la gente. Ni mi alcalde ni mi presidente de autonomía se van a ir de copas conmigo, así que su simpatía no será un motivo para votarle o dejar de hacerlo.

    Un saludo y ánimo con su blog, al que sigo desde hace algún tiempo.

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  2. Estimado amigo Pablo González:

    No sabe lo que agradezco sus aportaciones a la hora de recordarme las responsabilidades que en materia de empleo, de protección al comercio y medidas para el resurgimiento económico, tienen las administraciones autonómicas y del Estado.

    Y le aseguro que tomo buena nota de sus argumentos para cuando me decida o tenga tiempo para abrir dos nuevos blogs que se titulen “soy gallego” y “soy español”.

    Pero si he llamado a este blog que usted confiesa seguir “soy vigués”, es para ceñirme a todo aquello que los vigueses y nuestros dirigentes locales puedan aportar para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de nuestra querida ciudad. ¿Se puede hacer gestión desde el Ayuntamiento de Vigo para mitigar la lacra del desempleo en la ciudad, del hundimiento del pequeño comercio, de la parálisis económica? Con toda honestidad, Pablo, yo creo que si. Desde luego no se pueden hacer milagros. Pero se puede trabajar más y mejor. Yo tampoco aspiro a tomarme copas con nuestros dirigentes locales, sólo aspiro a que, aquella utopía que gritaban los universitarios en mayo del 68, “la imaginación al poder”, se instale ahora en todos los poderes, los estatales, los autonómicos y, por supuesto, los locales, con mucho más motivo que antes. Porque en esta crisis no se trata de ir echándole la culpa a los demás, sino de asumir los errores propios. Y yo sostengo mi opinión de que el gobierno municipal bipartito de Vigo se ha pasado tres años “indigestándonos” de fuegos artificiales en los medios de comunicación, pero pasando olímpicamente de la gestión pura y dura en los despachos.

    Le prometo que buscaré tiempo, por ahí, para intentar abrir el blog de “soy gallego” y el blog de “soy español”. Pero en este blog en el que confieso que “soy vigués”, no me pida que distraiga mi atención analizando las responsabilidades de Monte Pío y de La Moncloa. En caso que pudiera hacerlo, debería titular mi blog: “soy ubicuo”

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  3. Sin ánimo de polemizar, estimado amigo, encuentro que por mucha imaginación que se le eche desde las instituciones, éstas debieran de trabajar lo más unidas y responsablemente que se pueda. Así, si hace cinco años el 20% de los empleados en España pertenecían al sector de la construcción, lo lógico fue llevar a cabo un plan que pudiera recolocarlos, al menos temporalmente (el Plan E, del que Vigo ha salido bastante beneficiado, con buena parte de su red de saneamiento renovada, diviendo aguas pluviales y fecales, sin las que la nueva depuradora no serviría para nada, lo que ya indica bastante ánimo de colaborar con la Xunta, embelleciendo la ciudad, renovando papeleras, etc.).

    Además desde otras concellerías se están llevando a cabo proyectos de renovación de los mercados, de estímulo del consumo (incluso con cheques para gastar directamente en los comercios vigueses destinados a familias desfavorecidas).

    Lo que no debe de cegarnos lo complicado de esta situación de crisis es que los políticos deben trabajar unidos, no prohibiendo más áreas comerciales desde la Xunta de Galicia cuando en Vigo está previsto que abra otro Corte Inglés o se trabaja para traer a Ikea, que crean puestos de trabajo que, nos gusten o no las grandes superficies, benefician a la ciudad; negando el dinero de programas de empleo que estaban funcionando, haciendo obras más o menos polémicas en el puerto de Vigo mientras los vecinos de otros barrios no pueden ni retirar los escombros de las zonas verdes, como si 15.000 vigueses de Navia valieran o crearan menos riqeuza que todos los cruceristas del mundo, etc.

    La responsabilidad es del Concello en muchas cosas, pero poner piedras en el camino, en el peor momento, sin pensar en las consecuencias que usted y yo pagamos (el auditorio que sale gratis en otras ciudades y aquí nos debemos pagar de nuestros impuestos, por ejemplo) tampoco ayudan mucho. Ni todos son buenos ni todos son malos ni, por supuesto, gobiernan en el espacio vacío. Los aparcamientos por inaugurar se proyectaron con
    Castrillo, se llevaron a cabo administrativamente con Porro y se construyen con Caballero. Y casos como éstos creo que son todos. Poner las cosas claras no significa sublimar responsabilidades.

    Un afectuoso saludo y gracias por su pronta respuesta..

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  4. Estimado Pablo:

    Mi sensibilidad no me permite guardar silencio ante la nueva reflexión que me ha hecho el honor de volver a compartir conmigo en este humilde blog. Detecto en sus palabras que siente pasión por Vigo, y eso es algo que nos une a ambos por encima de las muchas diferencias que nos separan. Yo creo en la fuerza civil de la población viguesa, por encima de instituciones autonómicas y estatales, y lo único que le pido a nuestros dirigentes locales es que estén a la altura de las circunstancias de los ciudadanos.

    Es el gobierno municipal el que debe seguir el ritmo trepidante que hemos marcado los vigueses en el último siglo de historia. Así le ha ido muy bien a esta ciudad durante muchas décadas. Y me da la sensación de que ése ritmo se ha ralentizado desde que Abel Caballero y su corte municipal se empeñaron en que fuésemos los vigueses los que nos acoplásemos a su cansino y anodino compás.

    No sé qué porcentaje de razón cree usted tener ni qué porcentaje de razón me adjudica a mí. Pero estoy seguro, por el talante que observo en sus comentarios, que sabe que la razón absoluta nunca pertenece a nadie. La verdad sólo se puede construir encajando un conjunto de verdades. Y de la misma manera que yo le concedo a usted una parte de la verdad, estoy convencido de que no me negará usted la parte de verdad que me corresponde. Lo que no vamos a discutir, desde luego, es si su parte es mayor que la mía o viceversa. Ése tipo de discusiones, no sé a usted, pero a mí me producen aburrimiento y melancolía.

    Sobre el Plan E que usted menciona, permítame que disienta: ha creado empleo para unos centenares de portugueses (por los cuales me alegro, aunque hayan sido explotados), pero pudo haber sido una oportunidad para crear menos empleo quizá, pero más sostenible en el tiempo. En cuanto a las humanizaciones, el error no es que se hayan proyectado, sino el momento de flagrantes vacas flacas que ha elegido el gobierno municipal para acometer esas obras. Las calles van a quedar divinas, pero se van a pasear por ellas decenas de miles de trabajadores y autónomos en paro, familias angustiadas por el desempleo y trabajadores en activo bajo la amenaza de un ERE. En fin, usted sabrá si era el momento oportuno de caer en esa tentación electoralista. Lo del auditorio, perdone que se lo diga, sonroja a cualquier persona que tenga la mínima empatía con su prójimo. Sobre todo si, como usted asegura, se está pagando con dinero de todos los vigueses. A mí me da vergüenza la pasta que se está enterrando en el dichoso auditorio, con turnos extras de trabajo para “llegar a tiempo” (usted ya me entiende), mientras un albergue para los sin abrigo se convierte en un problema de difícil solución. Nos estamos volviendo todos locos, ¿o qué?

    Que conste que usted me parece una persona muy cuerda. Por eso no entiendo que le parezca mal la dosificación de las grandes superficies. A mí, personalmente, no me molestan, pero pongo en duda que los puestos de trabajo que puedan crear de golpe, superen en el tiempo al goteo de parados que produce el constante cierre de pequeños comercios. La virtud dicen que está en el término medio.

    En definitiva: que no estamos de acuerdo en casi nada, Pablo, salvo en la pasión que sentimos por la ciudad en la que vivimos. Por cierto, aunque se llame usted Saulo, no tengo la mínima intención de inducirle a que baje de su caballo e interrumpa su camino hacia no sé que Damasco. Tampoco me importa si es una de esas personas a las que les gusta decir la última palabra. Si usted responde a esta nueva respuesta, no se tome a mal que mi respuesta a su respuesta sea el silencio. Como dice el Tao “los que saben no hablan; los que hablan no saben” Probablemente yo pertenezco a ése segundo grupo, pero no estoy dispuesto a tropezar tres veces con la misma piedra.

    Un saludo

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